Boda José &
Noemí.
Sí, queremos! …pero en el campo,
en el cortijo de Vites donde se casaron los padres de José, y sus abuelos
también. Donde pasamos siempre nuestras vacaciones, donde somos muy felices,
donde nos olvidamos de todo, donde pasamos horas y horas disfrutando del
fresquito de la sierra de Jaén, de su naturaleza, su paisaje, donde cocinamos
migas y embutido, donde cada día despertamos con el canto del gallo.
Así decidieron José & Noemí
dar el paso…
De repente Paula y yo nos íbamos
a montar una boda en medio de la Sierra de Cazorla, en Jaén, a finales de junio
con todo el calor del sol pero también el fresquito de la noche que nos obligó
a sacar las chaquetitas y las mantas. En un lugar recóndito pero de verdad,
donde llegar sin gasoil con las furgonetas no era una buena idea. Desconectamos
del mundo, de nuestra oficina, incluso sin cobertura en el móvil… aquello era
realmente auténtico, habíamos aterrizado en un lugar con mucha historia, lo que
para nosotras era una auténtica joya y ahora os contamos porqué.
José & Noemí eran unos novios
extremadamente divertidos y alegres, todas nuestras conversaciones eran en
clave de humor, fue muy fácil trabajar con ellos, organizar su boda ha sido
realmente divertido. No tenían nada en mente y no sabían por donde empezar, en
un lugar donde no había nada teníamos que diseñar su sueño y había que hacerlo
realidad.
En la segunda reunión parecía que
los conocíamos de siempre, son transparentes, sencillos y muy divertidos, con un toque muy auténtico y personal.
Su boda iba a ser, sobre todo, muy auténtica.
Todavía recordamos al llegar al
cortijo el gran recibimiento de las dos familias de los novios, parecía que
íbamos a organizar una boda griega, fue una experiencia de convivencia que no
olvidaremos jamás. Desayunábamos juntos y nos poníamos en marcha, trabajando
duro en el campo todos para la boda, pero entre risas, historietas, y algún
sobre salto buscando en el pajar.. jajaja, ¡pero qué grandes tesoros
encontramos!
Junto a la floristería Ruralzona,
de Inma Lozano, que entendió perfectamente nuestra idea, decoramos piezas auténticas
de mimbre que encontramos en el cortijo, así como una pérgola con troncos del
cortijo.
Queríamos aprovechar cualquier
elemento propio del lugar, incluso un montón de leña desordenado y enorme fue
objeto de decoración a petición de nuestros novios.
“La Enriqueta”, una vecina con
muchas historias que contar, nos suministraba Actimel para coger fuerzas
durante los montajes, aunque la
mancheta de cerveza y las buenas comilonas hicieron un buen papel. Bajo 38 grados al sol montamos una
ceremonia acogedora, orientada a las montañas justo a la hora en que el sol las
hacía cambiar de color, con elementos auténticos del lugar, con olor a campo, y
sobre todo, diseñada para
emocionar.
La escenografía de la ceremonia
fue tal y como ellos imaginaban, una pérgola diseñada con leña, telas, y
elementos de decoración del famoso pajar… Una ventana abierta al paisaje que se
divisaba desde la “Era” , una mesa de madera vintage, de color azul, que
pertenecía a los vecinos hizo de apoyo al puro estilo campestre que todos
imaginamos.
Todo estaba pensado para que los
invitados vivieran una experiencia de boda diferente, era como retroceder en el
tiempo y asistir a la boda de tus abuelos. Pero no podíamos olvidarnos del
photobooth , una idea actual, al que había que darle ese toque auténtico que
habíamos conseguido.
Un tractor traído de otro cortijo
con escopetas, cestos, sombreros de paja, y otros objetos que dieron mucho
juego. Nos encantó ver las fotos que hicieron los invitados a través de
instagram.
Un seating que sorprendió, cada
diana era una mesa y cada flecha un invitado. Conseguimos que las dianas
quedaran suspendidas en el aire desde un árbol, fue un toque original a pesar
del rato que nos hicieron pasar los mosquitos mientras las montábamos, jaja…
En las mesas no faltó detalle, se
siguió el protocolo que establecieron los novios, todos los invitados tenían su
nombre en la minuta, cada uno ocupaba su asiento según el criterio de los
novios… fue todo un acierto.
Los centros de mesa cruzaban a lo
largo de estas con un toque muy campestre gracias a la combinación de espigas,
frutas de temporada como la uva y mucho verde! Nos encanta esta combinación.
En este año lleno de bodas y
otros eventos miramos atrás y vemos esta boda como unas pequeñas vacaciones en
el campo. Fueron 5 días de mucho trabajo pero con historias que nos gustaría
contar, entre rebaños, gallinas, vecinos entrañables, comidas caseras que
dejaron huella en nuestro body .. jajaj.. anécdotas familiares, diversión, y
sobre todo una gran conexión con nuestros novios.
María Meseguer
Fotos: Juan Gavira
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